sábado, 27 de febrero de 2016

El Timo: La llave de la energía vital (primera parte)


En el centro del pecho, detrás del hueso cuando la gente toca cuando dice “yo”, queda una pequeña glándula llamada timo. Su nombre en griego, “Thýmos”, significa energía vital. Será necesario decir más?
Si, es necesario decir algo más… Porque el Timo sigue siendo un ilustre desconocido. El crece cuando estamos alegres y encoje a la mitad cuando estamos estresados y aun mas cuando nos enfermamos.
Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido.
Se suponía que se atrofiaba y que dejaba de trabajar en la adolescencia, tanto es que durante décadas los médicos americanos bombardeaban tipo perfectamente saludables con altas dosis de rayos x, creyendo que su tamaño “anormal” podría causar problemas.
Más tarde la ciencia demostró que, a si mismo encogiéndose después de la infancia, el sigue siendo activo; es uno de los pilares de nuestro sistema inmunológico, junto con las glándulas adrenales y la espina dorsal y está directamente conectado a los sentidos, la conciencia y el lenguaje.
Como una central de teléfonos por donde pasan todas las llamadas, hace conexiones para afuera y para adentro.
Si somos invadidos por microbios o toxinas, reacciona inmediatamente produciendo células de defensas.
Pero también es muy sensible a imágenes, colores, luces, olores, sabores, gestos, toques, sonidos, palabras y pasamientos…
Amor y odio lo afectan profundamente.
Pensamientos negativos tienen más poder sobre él que los virus y las bacterias.
Como esa actitud negativa no existe en forma concreta, el Timo intenta reaccionar y se debilita, luchando contra un invasor desconocido y abre espacios para síntomas de baja inmunidad como los herpes.
En compensación, pensamientos positivos consiguen activar todos sus poderes recordando que la fe mueve montañas.


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