lunes, 22 de agosto de 2016

EJERCICIO Y DIABETES TIPO 2




La diabetes es un reto de salud a nivel nacional. Por un lado, se requieren grandes recursos económicos para costear el tratamiento médico y nutricional, y por el otro se necesita afrontar el coste emocional para las personas con esta enfermedad y sus familias. Si bien todas las enfermedades son importantes, la diabetes tipo 2 (DM2) y sus principales factores de riesgo son una verdadera emergencia de salud pública ya que pone en riesgo la viabilidad del sistema de salud1.

La DM2 es una enfermedad crónica, que es ocasionada por la conjunción de diversos factores. En su etapa inicial no produce síntomas y cuando no se trata de manera adecuada puede ocasionar complicaciones de salud que pueden llegar a ser muy graves como infarto al miocardio, retinopatía diabética, nefropatía, problemas vasculares, entre muchos otros2.

La evidencia científica señala que si se logra un control metabólico de la enfermedad, se puede disminuir de manera importante el riesgo de complicaciones. A partir de los resultados generados por los estudios Ensayos Clínicos de Investigación sobre el Control de la Diabetes y sus Complicaciones (DCCT) y de Estudios Prospectivos de Diabetes en el Reino Unido (UKPDS), el énfasis en el tratamiento de la diabetes no debe ser sobre los síntomas, sino sobre el control glucémico y de la presión arterial con el fin de prevenir y retardar las complicaciones de la diabetes3.

El control de la DM2 involucra cambios efectivos de conductas, actitudes y conocimientos, que involucran valores, tradiciones y costumbres adquiridos a lo largo de la vida del paciente, difíciles de modificar aunque la persona reconozca la necesidad de dichos cambios. Dada la complejidad del problema, se debe afrontar de manera integral e interdisciplinariamente, y considerar a la educación, control nutricional, el ejercicio físico y el tratamiento psicológico y farmacológico, como pilares en el tratamiento de la enfermedad.

Respecto al ejercicio físico en DM2, resulta lamentable que a pesar de ser uno de los pilares del tratamiento, en la actualidad se estima que sólo el 6% de la población con DM2 realiza ejercicio físico de manera sistemática4. De acuerdo a la American Diabetes Association (ADA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Norma Oficial Mexicana, el ejercicio es básico en la prevención, tratamiento y control de la DM2.

Está bien documentado que la práctica de ejercicio regular previene o retrasa la aparición de esta enfermedad en personas con alto riesgo de desarrollarla. También se sabe que reduce la dosis de insulina o medicamentos orales, y mejora el control de los niveles de glucosa en sangre mediante un aumento en la sensibilidad de la insulina.

En general, los pacientes con DM2 se caracterizan por la resistencia a la insulina tanto en los tejidos periféricos como a nivel hepático. Durante el ejercicio, tanto los niveles de insulina como los de glucosa en sangre disminuyen y se aproximan a los observados en personas sin este padecimiento. En una persona que no tiene diabetes, durante el ejercicio los niveles de insulina descienden, mientras se elevan los de glucagón. La glucosa sanguínea disminuye ligeramente (de 5 a 10 mg/dl) tras un periodo largo de ejercicio intenso, como consecuencia de un emparejamiento entre el consumo de glucosa y ácidos grasos en los músculos, por la glucogenólisis en el hígado y por la lipólisis para liberar ácidos grasos. Al paciente con diabetes le falta este equilibrio metabólico. Los niveles de insulina no están adecuadamente regulados por el páncreas y pueden permanecer o elevarse drásticamente durante el ejercicio5.

Los cambios en la homeostasis de la glucosa en personas que viven con diabetes son bastante complejos y dependen de diversos factores como son: el grado de insulinización, el control metabólico previo, la presencia o ausencia de neuropatía y de la ingesta reciente de alimentos.
En las personas con DM2, el ejercicio debe ser aeróbico para incrementar la sensibilidad a la insulina y el consumo de glucosa muscular y hepática. Con el fin de obtener los mayores y mejores beneficios, además de evitar posibles riesgos al paciente, el ejercicio debe ser personalizado, programado y supervisado. Idealmente, debería agregarse un enfoque recreativo para hacer la actividad física más atractiva, de tal forma que además de ayudar a lograr niveles de glucosa aceptables, mejore la salud física, social y mental del paciente, previniendo de presencia temprana de complicaciones micro y macrovasculares6.
Toda práctica de actividad física se debe comenzar con un calentamiento, que debe durar entre 5 y 10 minutos, que incluya ejercicios moderados de estiramientos para evitar lesiones musculo-esqueléticas. Y al final de la sesión se deben realizar otros 5 a 10 minutos de atenuación progresiva de la actividad y ejercicios de estiramiento, para disminuir el riesgo de arritmias posteriores al ejercicio, y acelerar la recuperación de la fatiga.
De acuerdo a las recomendaciones de la ADA, las personas adultas con diabetes deben realizar al menos 150 minutos por semana de ejercicio aeróbico de intensidad moderada (del 50 al 70% de la frecuencia cardiaca máxima), repartidos en al menos 3 días sin que existan más de dos días consecutivos sin realizar actividad. En ausencia de complicaciones, también se debe incluir ejercicio de resistencia al menos dos veces por semana6.

Cuando las complicaciones se hacen presentes, se deben tomar en cuenta algunos aspectos antes de comenzar a realizar ejercicio:

Personas con neuropatía periférica, con problemas de sensibilidad en los pies y extremidades, deben evitar ejercicios que impliquen correr y toda actividad que implique un traumatismo en el pie y de alto impacto. Una alternativa es la natación y el remo. Es muy importante utilizar un calzado que proteja adecuadamente el pie y revisión de pies al finalizar la actividad5.

Personas con retinopatía e hipertensión deben evitar el ejercicio intenso, con pesas o isométricos. Se recomienda realizar ejercicios controlados asociados a las extremidades inferiores, que tienden a aumentar menos la presión arterial que ejercicios ligados al tronco y extremidades superiores5.
Personas con neuropatía autonómica pueden tener problemas para mantener la temperatura corporal, por lo tanto deben evitar la actividad física en climas muy fríos o calientes. Se pueden ayudar de ropa ligera o abrigadora dependiendo del clima.

La ADA recomienda que:

En todo momento las personas deben llevar consigo una tarjeta de identificación que indique el estado de su enfermedad.
En pacientes que utilicen insulina como tratamiento, eviten hacer ejercicio en el pico de acción de la misma, y administrar ésta en músculos que no vayan a ejercitarse ese día.
Estar alerta a los signos y síntomas de hipoglucemia durante y varias horas después de realizar ejercicio, y tener siempre acceso a alimentos con carbohidratos.
Tomar suficientes líquidos, antes, durante y después de realizar la actividad física para evitar una deshidratación.

Es muy importante tomar mediciones de glucosa antes, durante y después (incluso algunas horas), sobre todo al inicio de un programa de ejercicio. Si los niveles de glucosa son superiores a 250 mg/dl no se debe realizar actividad física, ya que los riesgos de cetoacidosis son elevados.
Por último, no hay que olvidar que un buen control de la diabetes se consigue con el equilibrio de la alimentación, los medicamentos y el ejercicio. Si se cambia uno de estos parámetros hay que cambiar los demás.

Publicado por oskaring en PLANTAS CURATIVAS Y FRUTAS MEDICINALES


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