1. Nuez. Algo tan sencillo como comer entre cinco y diez
nueces al día mejora el pronóstico y evita las recaídas de las personas que han
sufrido problemas cardiacos. Esta cantidad cubre las necesidades diarias de
ácido alfalinoleico (omega-6) y más de la mitad de las de ácido alfalinolénico
(omega-3). Ambos son ácidos grasos cardiosaludables porque dificultan la
formación de coágulos sanguíneos que podrían provocar un infarto y porque
ayudan a disminuir los niveles de colesterol.
2. Berenjena. Gracias a sus bioflavonoides y fibras,
consigue bajar el nivel alto de colesterol, que es el principal factor de
riesgo para sufrir un infarto o una embolia cerebral. Además resulta muy
digestiva y tiene efectos depurativos. Los expertos recomiendan tomar una
berenjena dos veces por semana, mejor hervida poco tiempo o cocinada al vapor.
3. Aguacate. Su pulpa de sabor anuezado contiene gran
cantidad de ácido grasos insaturados, muy apropiados para el control del
colesterol y los triglicéridos. Además este fruto aporta vitaminas del grupo B
que también tienen un efecto protector sobre el músculo cardiaco. Conviene
consumir de dos a tres aguacates a la semana, sin olvidar que son ricos en
calorías, por lo que no deben formar parte de menús fuertes.
4. Frambuesa. Posee ácido salicílico, el antecedente natural
de la aspirina, que ayuda reducir la densidad de la sangre y a limpiar las
venas y arteras de acúmulos grasos. Por otro lado es abundante en vitamina C,
eficaz contra la acción de los radicales libres, que disminuyen la capacidad de
oxigenación de la sangre y dañan las células. Cuando es la temporada se pueden
comer diariamente hasta 150 g de esta deliciosa baya.
5. Pan sueco. Este pan, ideal para los desayunos, mantiene
los vasos sanguíneos elásticos gracias a su contenido en vitamina E, que
también protege el corazón y actúa contra los radicales libres. Resulta
preferible el que contenga más variedad de granos integrales y hay que comerlo
diariamente.
6. Coles de Bruselas. Favorecen la buena salud del corazón
porque contienen vitaminas E, C y ácido fólico, y flavonoides como la
quercetina, el canferol, los indoles y el ácido fólico. Muchos estudios
demuestran que también poseen efecto anticancerígeno. Es recomendable tomar al
menos 150 g una vez a la semana.
7. Espinacas. La espinaca es la verdura más rica en
provitamina A (100 g cubren la cantidad diaria recomendada), vitaminas C, E y
del grupo B. Esta combinación, junto con el abundante magnesio, resulta
especialmente apropiada para favorecer el buen estado de los vasos sanguíneos.
La cantidad adecuada es 100 g una o dos veces por semana, consumidas crudas en
ensalada, pues así conservan más nutrientes.
8. Tomate. Junto a su contenido en antioxidantes como la
vitamina C, el bioflavonoide quercetina o el betacaroteno, es destacable porque
aporta un fitoquímico peculiar, el licopeno, que baja el nivel del colesterol
en la sangre y previene varios tipos de cáncer. El licopeno se encuentra en el
tomate fresco y en todos los productos que se elaboran con él, desde el
concentrado de tomate hasta el zumo pasando por el triturado natural o el
ketchup. La ración indicada es de unos 200 g dos veces a la semana.
9. Uvas. Buena parte de sus efectos positivos se deben a su
contenido en bioflavonoides, que protegen los vasos sanguíneos, previenen la
arterioesclerosis, el infarto y la embolia cerebral. Uno de estos flavonoides,
el resveratrol, se ha demostrado especialmente eficaz para prevenir el cáncer y
las enfermedades cardiovasculares. Para beneficiarse de las uvas hay que tomar
unos 150 g, preferentemente de uva negra, dos o tres veces a la semana.
10. Germen de trigo. Protege el corazón porque contiene
ácidos grasos insaturados que reducen el colesterol y la vitamina E, que
captura los radicales libres. Mantiene los vasos elásticos e impide que se
depositen las grasas que causan la arterioesclerosis. Conviene tomar
diariamente una cucharada de germen de trigo mezclada con zumos de frutas o
yogur.
11. Cebollas. Uno de los alimentos-medicina por excelencia.
Sus compuestos azufrados y sus aceites etéreos previenen la acumulación de
grasa en las arterias porque mejoran la capacidad de la sangre para fluir. Lo
mismo puede decirse del ajo. Hay que tomar diariamente media cebolla cruda o
cocida, un vaso de zumo de cebolla o un par de dientes de ajo.
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