jueves, 31 de marzo de 2016

La era de Acuario: Poder Simbólico


Al igual que la mentalidad tribal no ha desaparecido por completo en la era de piscis, la mentalidad pisciana seguirá manifestándose en la era de Acuario. No obstante a fines de los años 50 y principios de los años 60 ocurrieron dos hechos que representaron un cambio en la mentalidad global y concedieron a millones de personas la autorización divina para recorrer sendas espirituales que con anterioridad les habían estado vedadas.
En 1959 la invasión del Tíbet por parte de los comunistas chinos obligo a Dalai Lama a huir de su país natal y afincarse en la India, donde sigue viviendo en la actualidad, aunque se ha convertido en una figura activa por todo el mundo.
La consecuencia que conllevo esto es que la gente tuvo acceso a las doctrinas espirituales de Oriente y Occidente.
Puede que la religión siga siendo esencialmente tribal pero, la transición de la era de Piscis a la de Acuario comienza a funcionar de forma mucho más consciente y con una libertad individual sin precedentes. La espiritualidad moderna, con su conexión más intima con Dios, ha inspirado una pasión interna que va mas allá de los límites de la religión ortodoxa. A medida que la religión institucional pierde terreno, la espiritualidad se acrecienta; una espiritualidad mas universalista en su orientación que las doctrinas que le precedieron. La nueva era ha demostrado estar abierta a multitud de tradiciones y practicas espirituales, e, incluso dentro de las religiones ortodoxas, se ha acelerado las tendencias hacia el ecumenismo, la aceptación de otros caminos y otras tradiciones igualmente dignas y valido de respeto.
La energía de acuario nos lleva a modificar cada aspecto de nuestra vida, en especial si hemos desarrollado una obsesiva dependencia de lo que nos resulta conocido y familiar, y a investigar cada lugar inexplorado que hallemos, sobre todo en nuestro interior. La energía de acuario nos impulsa nuestro ser “superior”, la parte de nosotros que esta más allá de los límites de nuestro cuerpo y del ritmo cotidiano de la vida. Representa una energía capaz de elevar la percepción humana y convertirla en una visión simbólica. Esta energía nos llena de la sensación de que somos unos seres exquisitamente creativos, dotados de unos recursos internos los bastante potentes para curar enfermedades que hasta ahora, se consideraban incurables y a desafiar la velocidad en que envejecemos.



Extraído de La medicina de la energía

Carolina Myss



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