Al igual que la mentalidad tribal no ha desaparecido por
completo en la era de piscis, la mentalidad pisciana seguirá manifestándose en
la era de Acuario. No obstante a fines de los años 50 y principios de los años
60 ocurrieron dos hechos que representaron un cambio en la mentalidad global y
concedieron a millones de personas la autorización divina para recorrer sendas
espirituales que con anterioridad les habían estado vedadas.
En 1959 la invasión del Tíbet por parte de los comunistas
chinos obligo a Dalai Lama a huir de su país natal y afincarse en la India,
donde sigue viviendo en la actualidad, aunque se ha convertido en una figura
activa por todo el mundo.
La consecuencia que conllevo esto es que la gente tuvo
acceso a las doctrinas espirituales de Oriente y Occidente.
Puede que la religión siga siendo esencialmente tribal pero,
la transición de la era de Piscis a la de Acuario comienza a funcionar de forma
mucho más consciente y con una libertad individual sin precedentes. La espiritualidad
moderna, con su conexión más intima con Dios, ha inspirado una pasión interna
que va mas allá de los límites de la religión ortodoxa. A medida que la religión
institucional pierde terreno, la espiritualidad se acrecienta; una
espiritualidad mas universalista en su orientación que las doctrinas que le
precedieron. La nueva era ha demostrado estar abierta a multitud de tradiciones
y practicas espirituales, e, incluso dentro de las religiones ortodoxas, se ha
acelerado las tendencias hacia el ecumenismo, la aceptación de otros caminos y otras
tradiciones igualmente dignas y valido de respeto.
La energía de acuario nos lleva a modificar cada aspecto de nuestra
vida, en especial si hemos desarrollado una obsesiva dependencia de lo que nos
resulta conocido y familiar, y a investigar cada lugar inexplorado que
hallemos, sobre todo en nuestro interior. La energía de acuario nos impulsa
nuestro ser “superior”, la parte de nosotros que esta más allá de los límites
de nuestro cuerpo y del ritmo cotidiano de la vida. Representa una energía capaz
de elevar la percepción humana y convertirla en una visión simbólica. Esta energía
nos llena de la sensación de que somos unos seres exquisitamente creativos,
dotados de unos recursos internos los bastante potentes para curar enfermedades
que hasta ahora, se consideraban incurables y a desafiar la velocidad en que
envejecemos.
Extraído de La
medicina de la energía
Carolina
Myss
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