viernes, 23 de febrero de 2018

EL MUNDO ES UN ESTADO DE REFLEJOS MENTALES.-


Lo que eres, eso es tu mundo.
Todo en el universo es resuelto en tu experiencia interna.
Importa poco lo que hay afuera, ya que es un reflejo de tu propio estado de consciencia.
Importa todo lo que eres internamente, ya que todo lo externo será reflejado y coloreado de acuerdo a eso.
Todo lo que sabes con seguridad está contenido en tu propia experiencia; todo lo que sabrás debe pasar las puertas de la experiencia, y así volverse parte de ti mismo.
Tus pensamientos, deseos y aspiraciones componen tu mundo, y para ti, todo lo que hay en el universo de belleza, alegría y tranquilidad, o de fealdad, pena y dolor está contenido dentro de ti mismo.
Por tus propios pensamientos haces o deshaces tu vida, tu mundo, tu universo.
A medida que construyes internamente con el poder del pensamiento, así tu vida externa y las circunstancias tomarán forma de acuerdo a eso.
Lo que sea que guardes en las cámaras mas escondidas de tu corazón, por la inevitable ley de reacción, tomará forma en tu vida externa.
El alma que es impura, sórdida y egoísta, gravita con precisión inigualable hacia la desventura y la catástrofe; el alma que es pura, generosa y noble gravita con igual precisión hacia la felicidad y la prosperidad.
Cada alma atrae lo suyo, y nada puede venir hacia ella que no le pertenezca.
Darse cuenta de esto es reconocer la universalidad de la Ley Divina.
Los incidentes de cada vida humana, que construyen y desfiguran, son atraídos por la calidad y el poder de su propia vida de pensamientos interiores.
Cada alma es una combinación compleja de experiencias reunidas y pensamientos, y el cuerpo es sólo un improvisado vehículo para su manifestación.
Por tanto, lo que son tus pensamientos es tu yo real; y el mundo alrededor, tanto animado como inanimado, viste como tus pensamientos lo visten.
“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado.
Está fundado en nuestros pensamientos; está hecho de nuestros pensamientos.” Así dijo Buda, y por ende se sigue que si un hombre es feliz, es porque entretiene pensamientos felices; si es miserable, lo es porque entretiene pensamientos de abatimiento y debilidad.
Ya sea uno miedoso o valiente, torpe o sabio, atribulado o sereno, dentro de dicha alma yace la causa de su estado y nunca por fuera.
Y ahora me parece oír un coro de voces que exclaman: “¿Pero realmente quieres decir que las circunstancias externas no afectan nuestras mentes?” No digo eso, lo que digo es—y sé que es una verdad infalible—las circunstancias solamente pueden afectarte hasta donde tú lo permitas.
Tú eres gobernado por las circunstancias porque no tienes una comprensión correcta de la naturaleza, el uso y el poder del pensamiento.
Crees (y de esta pequeña palabra “creencia” dependen todas nuestras penas y alegrías) que las cosas externas tienen el poder de hacer o deshacer tu vida; al hacer eso te haces súbdito de esas cosas externas, confiesas que eres su esclavo, y que ellas son tus maestros incondicionales; al hacer eso, las dotas de un poder que no tienen por ellas mismas, y sucumbes, en realidad, no a las meras circunstancias, sino al abatimiento o contento, el miedo o la esperanza, la fuerza o debilidad que tu esfera de pensamiento a arrojado hacia ellas.
Conocí a dos hombres que, en su juventud, perdieron los ahorros duramente ganados de años. Uno estaba muy atribulado, y cedió al disgusto, la preocupación y el abatimiento.
El otro, al leer en el periódico matutino que el banco en el que tenía depositado su dinero había fallado sin remedio, y que había perdido todo, tranquila y firmemente dijo “Pues se ha ido, y las preocupaciones y molestias no lo traerán de vuelta, pero el trabajo duro sí”.
Se dedicó a trabajar con renovado vigor, y rápidamente llegó a ser próspero, mientras que el otro, dedicado a continuar lamentándose por la pérdida de su dinero, y a gruñir por su “mala suerte” permaneció siendo juguete de circunstancias adversas, en realidad de sus propios pensamientos débiles y esclavizantes.
La pérdida del dinero fue una maldición para uno porque vistió al evento con pensamientos oscuros y tristes; fue una bendición para el otro, porque éste arrojó a su alrededor pensamientos de fuerza, esperanza y renovado esfuerzo.
Cuando empieces a darte cuenta de esto empezarás a controlar tus pensamientos, a regular y disciplinar tu mente, y a reconstruir el templo interior de tu alma, eliminando todo el material inútil y superfluo, e incorporando en tu ser sólo pensamientos de alegría y serenidad, de fuerza y vida, de compasión y amor, de belleza e inmortalidad; y a medida que hagas esto te volverás alegre y sereno, fuerte y saludable, compasivo y amoroso, y bello con la belleza de la inmortalidad.
Y así como vestimos los eventos con las telas de nuestros pensamientos, del mismo modo vestimos los objetos del mundo visible alrededor, y donde uno ve armonía y belleza, otro ve asquerosa fealdad.
El desconfiado cree que todos son desconfiados; el mentiroso se siente seguro pensando que no es tan tonto como para creer que exista una persona estrictamente verdadera; el envidioso ve envidia en cada alma; el codicioso piensa que todos están ansiosos de quitarle su dinero; el que ha acallado su conciencia para hacerse rico, duerme con un revólver bajo su almohada, envuelto en el engaño de que el mundo está lleno de gente sin conciencia ansiosa por robarle; y el que se ha abandonado a la sensualidad piensa que el santo es un hipócrita.
Por otra parte, aquellos que tienen pensamientos amorosos, ven eso en todo lo que saca su amor y simpatía; los confiados y honestos no se ven atribulados por sospechas; los agradables y caritativos que se alegran con la buena fortuna de otros, escasamente saben lo que significa la envidia; y el que ha percibido lo Divino en sí mismo lo reconoce en todos los seres, aún en los animales.
Y hombres y mujeres confirman su panorama mental debido al hecho que, por la ley de causa y efecto, atraen hacia ellos mismos lo que proyectan, y entran en contacto con gente similar a ellos.
El viejo proverbio “Dios los hace y ellos se juntan”* tiene un significado más profundo que el generalmente reconocido, porque tanto en el mundo del pensamiento como en el mundo material, cada uno se apega a su similar.
¿Deseas amabilidad? Sé amable.
¿Preguntas la verdad? Dí la verdad.
Encuentras lo que das de ti mismo;
Tu mundo es tu reflejo.
Lo que tienes que hacer es creer esto, simplemente créelo con una mente sin sombra de duda, y luego medítalo hasta que lo entiendas.
Entonces empezarás a purificar y construir tu mundo interno, y a medida que avances, pasando de revelación en revelación, de comprensión en comprensión, descubrirás la total falta de poder de las cosas externas junto a la mágica potencia de una alma auto-gobernada.
Si quisieras enderezar el mundo,
Y abolir sus males y penas,
Hacer florecer los lugares agrestes,
Y abrir los desiertos como una rosa,
Enderézate a ti mismo.
Si quisieras sacar al mundo
De su larga y solitaria cautividad de los errores,
Reparar todos los corazones rotos,
Eliminar la angustia y dar dulce consuelo,
Voltea hacia ti mismo.
Si quisieras curar al mundo
De su larga enfermedad, terminar su aflicción y dolor;
Traer alegría sanadora
Y dar a los afligidos nuevo descanso,
Cúrate a ti mismo.
Si quisieras despertar al mundo
De su sueño de muerte y oscura lucha,
Traerle Amor y Paz,
Y Luz y brillo de Vida inmortal,
Despiértate a ti mismo.
Tomado del Libro “De la pobreza al poder; o la realización de la prosperidad y la paz”; James Allen
NAMASTE


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